martes, 4 de agosto de 2015

Cerumen: El Superaliado del CAE


Despreciado por algunos... material de travesuras para otros...
El cerumen forma parte del sistema de protección y limpieza del CAE (Conducto Auditivo Externo). La sustancia que lo conforma es una mezcla de secreciones de las glándulas sebáceas, sudoríparas y ceruminosas; además de productos procedentes de la descamación de la piel que tapiza el conducto. Adicionalmente a estos elementos, encontraremos en su composición partículas procedentes del ambiente que hayan logrado introducirse, como polen o polvo.

Algunas personas se afanan en combatirlo hasta en el más pequeño resquicio de su conducto, pero esto no es una buena idea. 

Otomicosis por Aspergillus
¿Por qué? El cerumen cumple diversas funciones en el oído. El cerumen actúa como lubricante, evitando que se produzca la asteatosis. Esta situación patológica de la piel del CAE se produce por escasa secreción sebácea; induciendo sequedad, picor, descamaciones y fisuras en la piel. Además de ejercer la lubricación, el cerumen es un agente antimicótico y antibacteriano. Su acción bactericida actúa sobre un amplísimo espectro y sobre diversas cepas, reduciendo o eliminando la mayoría de ellas. Igualmente inhibe considerablemente los principales hongos causantes de la otomicosis. Estas propiedades provienen de su elevada concentracion en ácidos grasos saturados y bajo pH.

La limpieza del conducto también está a cargo del cerumen y es realizado a través de una migración epitelial como si de una "cinta transportadora" se tratara, ayudados por los movimientos del maxilar durante la masticación, quienes además de favorecer la expulsión del cerumen hacia fuera también colaboran a despegar el material de las paredes del conducto. De esta manera, el cerumen y todas las partículas capturadas por él, como polvo, microorganismos, descamaciones y otros, serán expulsados hacia el exterior.

El conducto expulsa progresivamente el cerumen y su contenido hacia el exterior. Por ello, es suficiente con limpiar la parte más externa del mismo, sin necesidad de introducir objeto alguno para limpiarlo. 

Para una higiene sana, será suficiente con pasar el bastoncillo muy externamente por la oreja y boca del conducto. Durante la ducha, también lograremos limpiar los excesos de material que hayan surgido del canal, sin necesidad de enfocar la alcachofa al conducto; limpiando sencillamente con una toalla de manera que sean nuestros propios dedos los topes que impidan que la toalla se introduzca de más. El volumen de secreción dependerá de la actividad de las glándulas de cada persona, por tanto, algunas deberán prestar especial atención diaria a esta sencilla higiene.


¡Cuidado con los Bastoncillos!
¡Puedes causarte daños de importancia!
No deberemos jamás introducir objeto alguno, incluidos los bastoncillos, en el interior del conducto; debiendo siempre realizar una higiene exterior.
La escusa de algunos para introducir objetos en el CAE es el picor, sin embargo, los movimientos de frotación y el rascado no aliviarán ese pequeño picor, por el contrario seguirán alimentando la sensación mientras la fricción daña la finísima piel que rodea al conducto, especialmente cuanto más hondo rasquemos. Tratar de aliviar una pequeña sensación puede conducirnos a autolesionarnos incluso de gravedad. La costumbre de introducir objetos por el oído causa con frecuencia heridas de diversa importancia pero también puede producir la rotura de la membrana timpánica.

Entre las consecuencias de remover el cerumen del conducto encontraremos la otitis externa aguda difusa. ¿Por qué? Porque al retirar el cerumen....

1) Alteramos los valores de pH (6,5-6,8) que evitan la proliferación de bacterias patógenas y hongos, dejando desprotegido el conducto ante estos ataques.

2)La acidez que concede el cerumen amplía la irrigación linfática y sanguínea de la piel que tapiza el canal, de manera que empeorará su drenaje y alimentación, y fomentará el picor y la descamación.

3)Durante la introducción de objetos en el CAE provocaremos traumas mecánicos que abren la puerta a las infecciones, y si se produjera una perforación en la membrana timpánica, podrían generarse problemas de gravedad en el oído medio, además de instaurar una hipoacusia de transmisión.

4) La viscosidad, densidad y olor del cerumen, así como sus otras características, mantienen alejados a ciertos huéspedes indeseables de nuestro conducto. Sin él, el CAE podría convertirse en lugar de puesta de huevos de arañas o insectos, así como un cálido rincón donde quedarse a vivir.

5) La fricción que conlleva retirar el cerumen del interior del conducto excita la producción de las glándulas, de maneras que cuanto más nos afanemos por retirarlo, mayor será la producción de cera.

Los usuarios de audífono verán aumentada también la producción de cera de manera general. Por eso es importante visitar al audiólogo con asiduidad, para controlar el estado del conducto, vigilar la formación de tapones de cera y prevenir, de esta manera, ciertas situaciones patológicas detectándolas con antelación gracias a las revisiones frecuentes y su posterior remisión temprana al otorrino si es necesario.

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